Miscelánea


Tengo que dejar de tirar piedras a los tejados. Tengo que soltar. Darte las gracias y soltar. Decirte adiós y soltar. Vaya bien y soltar. Un placer haberte conocido y soltar. 

Los vecinos del primero están haciendo reformas en el piso, ¿quién se lo podía imaginar, eh? Se pasaban el día gritándose. Para todo. ¿¿¡¡Nerea quieres café!!?? ¡¡Nerea el gato se ha cagado en el sofá!! ¡¡Nerea pasa por el súper y compra leche!! ¡¡Nerea a mí no me chilles!! Era imposible no imaginarse sus vidas como un castigo que el karma les había impuesto. No parecían estar bien ni ser felices. No parecían quererse. Y ahora están haciendo reformas. Un día se sentaron, hablaron y llegaron a la conclusión de que era buena idea dejar de vivir en lo metafísico y materializar algún que otro estereotipo. Por qué no. Esas cosas fan caliu, como dirías tú. Unen.

Tengo que dejar de hablar de ti. Tengo que soltar. Dejar de esperar y soltar. Desangrarme y soltar. Tengo que dejar de decir tengo que.

Hoy le he dado un golpe al coche. He ido directa a la columna de la plaza de garaje. Pero directa. Sin frenos. ¡Pam! Un golpe seco. Esto dice mucho de mi ahora mismo (sí, mi sin acento). El mes pasado rompí la pantalla del móvil. Mi cerebro está enviándole señales errática a mis pies y mis manos, conjurando contra mi misma a mis espaldas, como si no tuviera ya bastante con mis propios boicots.

Estos días agradezco trabajar, me paso las horas metida en mi microcosmos sin prestarle mucha atención a quién sube y cuándo baja. Línea 6, podría ser peor. Por lo menos me han sacado de la línea 22, no me gusta la gente que hay en esa línea, el cincuenta por cierto son funcionarios que ni te miran ni saludan. Ni siquiera te dicen que quieren pagar con tarjeta, dan dos golpecitos al datáfono con el dedo índice y esa es la señal. Cosas de seres superiores, supongo. El otro cincuenta por ciento son mujeres sudamericanas que van a trabajar a las casas de los que no saludan, pero ellas sí lo hacen, dan los buenos días y te dan las gracias cuando se van. No es necesario que den las gracias, pero lo hacen. Y yo pienso, gracias a vosotras por venir a enseñarnos qué es ser amable en una sociedad miserablemente individualista.

El otro día le dije a un chico que por favor levantara la mano cuando quisiera subir al autobús, que no tengo poderes psíquicos y no puedo saber lo que está pensando. Pero si te estoy mirando, me dice. Pestañee una vez si es sí y dos si es no, toque el datáfono para indicar que quiere pagar con tarjeta, no hable, no de los buenos días, no levante el brazo. Vaya por el mundo con el cuello arqueado hacia abajo extasiado por lo especial y único que es su ombligo.

Línea 6. Ombligos de barrio. Nadie se lo mira, no tienen tiempo, tienen otros problemas. A veces quito la radio para escuchar sus conversaciones. Gritan, como mis vecinos del primero. Yo mientras tanto voy formando palabras con las letras de las matrículas de los coches; KFK, Kafka. DRK, dark. DSP, distopia. HYR, Helena y Roberto, Helena y Rafa, Helena y Ramón, Helena y Raúl, Helena y Raquel.. Es difícil sacarse los clavos con los bares cerrados.

- Hola Helenita.

Una voz de mujer se proyecta hacia mí traspasando la mampara de seguridad. Giro la cabeza a cámara lenta en dirección a ella, porque era una ella, no un él (FCK, fuck), y veo a un ser humano al que me cuesta reconocer, lleva mascarilla, unas gafas de sol enormes, un pañuelo al cuello, abrigo.. 

- Ey hola! ¡Cuánto tiempo! 

Le sonrío, aunque no sé para qué, porque no puede saberlo. Es una antigua compañera de trabajo. 

- Es verdad. Vengo de trabajar, he dejado a mengana (otra ex compañera) y ya me voy a casa.

- ¿Cómo lleváis lo de los coles? Con todo esto cada día será un aventura.

- Pues bien.. Un día faltan unos, otro día faltan otros.. y así vamos

- Entiendo, a ver si pasa pronto esto que parece el fin del mundo

- Bueno, me voy para dentro que va a entrar gente.

- Cuídate!

Qué conversación tan protocolaria. Podría estar poniendo cara de asco o los ojos bizcos y no se daría ni cuenta. Podría estar haciéndolo ella también. 

Sigo mi camino, por lo menos he dejado de pensar en ti durante un rato, menos da una piedra de las que tienes en el tejado. Paro, basculo, abro la puerta, buenos días, buenos días, cierro, paro, basculo, abro, buenos días, buenos días, qué valiente eres, ¿valiente por qué señora?, por llevar un autobús, de valientes es criar a dos niños con un ex gilipollas, y si me apura, liarme con el mismo gilipollas pero con distinto cuerpo. Pero no le digo eso, le doy las gracias y sonrío, que da igual, porque no lo ve. 

El día sigue, tú sigues, todos siguen, y yo siento que me quedo. KMJ, kmierdajoder. KPM. 











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