El cazador y la mujer pájaro
A las 3 de la madrugada se levantó y se fue a dormir al sofá. Llevaba horas haciendo giros de 180 grados y encogiéndose en su lado de la cama para no tocar la piel del que yacía a su lado. No soportaba más el calor humano. Como una exiliada que coge solo lo necesario, agarró su almohada como una maleta y recorrió el pasillo que a esas horas parecía un callejón en penumbra. Se recostó bocarriba en el sillón y lo notó desnivelado, por lo que tendría que dormir el resto de la noche sintiendo que el respaldo tiraba de ella para engullirla. Si ese era el precio del destierro, le parecía barato. Esa noche habían salido a cenar. Pensó que podrían charlar de sus cosas, tomar una buena cena, un vino, hablar de música, de libros, de la vida, del futuro, del futuro de sus vidas. Le miró y se dio cuenta de que estaba más guapo de lo normal y que le quedaba muy bien la camisa de cuadros. Pensó que podría volver a enamorarse. Por lo menos lo intentaría. - ¿Te parece bien la torre de verduritas y l