1999
Se me ocurre que podría echarte la culpa de todo y así ahorrarme el mal trago de otra mirada introspectiva de mierda. Se me ocurre entrar en cuarentena permanente y dejar así de tener la sensación de apartarme para no molestar. Se me ocurre quemar algunos libros, hacerme una lobotomía, fingir que no has existido, hacer limpieza. Se me ocurre, por una vez, no creerte cuando te leo. Se me ocurre hacerte el enorme favor de hacerme pasar por otra, esa que no quieres ver ni en pintura, esa que te imaginas que soy y con la que te gusta entretenerte cuando te aburres. Se me ocurre preguntarte para qué me interrogas, para qué gastas tu tiempo, para qué conservas mi número de teléfono. Se me ocurre darte las gracias porque eres el maestro más cabrón de todos; el que me echa de clase y me suspende año tras año. Se me ocurre darte la razón y aconsejarte que sigas haciendo lo que haces. Se me ocurre desearte lo mejor, una buena vida, una preciosa familia y unos niños obedientes y se me ocurre, ¿por qué no?, que te acuerdes de mí cada vez que mires la mesa de tu salón.
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