Paisaje con dos tumbas [...]

Y sin que ninguno de los dos dijera nada,
se quedaron en un limbo
 donde él escribía
y ella escuchaba. 
 
 Y fue precioso - pensó ella -
 ser merecedora de todo aquel amor,
confuso y rebelde,
 oscuro y disperso,
como un poema de Jack Kerouac.

 
                              "Mi amada que no quiere amarme:
Mi vida que no puede amarme:
Las seduzco a ambas".

 
Pero sí quisieron amarle,
 sí pudieron amarle.
 
Fue entonces cuando la causa imposible se volvió posible
 y todo acabó. 
Nadie sabe,
 nadie habla.
 
 Había urgencia de subir al cielo,
de bajar al infierno...
 y el pasado,
 no acompañó.
 
 Con más hiel que sangre,
 corriendo por las venas,
con el rencor dando ceguera,
y con más miedo que ganas
de que se repita de nuevo la misma escena,
  no hay posibilidad alguna de entender,
 de pensar,
 que lo que no les dieron,
 ya nadie se lo va a poder dar.
 
 Y empieza la búsqueda de sustitutos...

A veces les recuerdo,
 iban a destiempo;
 él, como con miedo,
 pidiendo abrazos,
 buscando un hueco.
 
 Ella, como con prisas,
 con el café frío y muy poco tiempo.
 
Se podría decir,
 que han muerto
y han vuelto a nacer.
 
 Se podría decir,
 que no hace falta más tormento.
 
 Tampoco despedidas,
 quizás,
 aún menos lucha y empeño.
 
 Se podría decir,
 que ya no hace falta leer entre líneas,
 ni flores para este entierro.
 
Se podría decir,
 que no sólo de poemas vive el hombre.
 
Y se podría también decir,
 que sin musa,
 no hay alimento.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 





 
 
 
 
 
 
 
 


Comentarios

Entradas populares de este blog

Madre

Vengo a echarte de menos y me voy

Solsticios y vacíos